domingo, 13 de septiembre de 2009
De ángeles y demonios
Fuente: Observatorio Social
En Cali existen más de 80 pandillas conformadas en su mayoría por menores que, a su corta edad, ya cuentan con un amplio prontuario homicida. No le temen a la justicia porque todo el peso de la ley sólo lo sienten al cumplir los 18 años.
Apenas es mediodía y la llamada cuadra del ‘Sahumerio’ ya está caliente. La calle polvorienta parece echar humo por los pasos menudos que van y vienen buscando un ‘fierro’, ubicando por aquí y por allá la motocicleta infiltrada. Toca esperar para la foto.
Es un jueves corriente en el barrio Marroquín II, los adolescentes cuentan, sin la respiración agitada, que hace una hora un tiro quemado al aire, porque sí, armó una balacera y alguien de otro parche volvió para azararlos.
Algunos se ríen con adrenalina señalando la moto con un personaje vestido de negro que se ve pasar entre los estrechos pasajes; pero otros dos están serios, ya tienen el fierro empuñado.
Un motor vuelve a sonar, pero esta vez es el de “la tomba” (Policía) y las armas son escondidas en una casa de color inocente. Se calman los ánimos y los jóvenes se paran en medio de la cuadra, ya están listos para la foto. “Hacele pues”.
Mi ‘pachita’
En la Cali del Distrito, la ‘ciudad de Dios’ que se creó a punta de invasiones y que realmente representa casi el 30% de la llamada ‘Sucursal del Cielo’, el tiempo parece tener afán.
Antes de que el sol termine su jornada, algunas cuadras de estos sectores deprimidos comienzan a tener dueño. Galladas de jóvenes que a pe-
sar de su corta edad, llevan buena parte de su vida siguiendo la ley del más fuerte.
El Observatorio Social de la Secretaría de Gobierno Municipal estima que en la ciudad existen alrededor de 85 pandillas, conformadas en su mayoría por menores. Estima, porque parches como los del ‘Sahumerio’ no aparecen en el listado.
Es que de acuerdo con una fuente policial de Aguablanca, este es un fenómeno que se reproduce de manera cada vez más preocupante sobre todo en las comunas 13, 14 y 15, que junto con la 6 y la 8 acumulan el 48% de las muertes violentas en Cali. “Cada barrio puede tener varias pandillas y por marcar territorio se desencadenan los enfrentamientos, las muertes”.
Tanto tiempo patrullando el sector le permiten a este curtido patrullero dar testimonio de cómo aún siendo niños se le miden a todo. Comienzan su carrera en el mundo del delito tirándosele a los carros para que el conductor asustado frene y pueda ser atracado. Pero los $2.000 o $3.000 que reciben por ésto dejan de ser suficientes, entonces aprenden a ‘raponear’ por su propia cuenta celulares, bolsos, cadenas, y a matar si es necesario para ingresar a un grupo.
En la calle despavimentada del ‘Sahumerio’, un puñado de adolescentes cuenta sin tapujos sus historias. Dicen que comenzaron “tirando piedra y ahora están ‘boleando’ plomo”. Es duro escucharlo, pero lo verdaderamente aterrador es que pase. Tienen entre 14 y 17 años, y explican que no se entienden con los del parche de ‘El Palo’ y ‘La Cancha’ (Marroquín II), tampoco se pueden ver con ‘Los Piru’ (Marroquín I).
“Uno está sentado tranquilo y comienza a escuchar que le silban o ve que están ‘toposeando’ (cansando) y por eso toca mantener así”, uno de los adolescentes se sube la camiseta y deja ver la cacha del arma que se asoma de la pantaloneta.
Una fuente oficial atribuye a esas pandillas la mayoría de los muertos que ocurren en la Comuna 13. De un promedio de 20 que se presenten al mes, hasta 16 pueden caer a manos de los integrantes de estos parches. Menores asesinados, menores que asesinan.
Una muerte por lo general desencadena otra, y si el muerto es uno de los jefes, en una misma semana se alcanzan a contar hasta cinco retaliaciones.
"Siempre están arrastrando a los otros muchachos por el mal camino y se terminan matando entre ellos por bobadas. Como dicen por acá, la mayoría no alcanzan a conocer la cédula”. Madre de familia, habitante del barrio el Comunero II. La Unidad de Infancia y Adolescencia atiende al día un promedio de entre cinco y diez menores de edad capturados por diferentes delitos.
Muy cerca de la iglesia y del CAI de Comuneros, un habitante del sector asegura que estos adolescentes viven sin dios ni ley. El acceso a los barrios está restringido. Las pandillas de la invasión La Florida sostienen fuertes enfrentamientos con otra, integrada por jóvenes expulsados de un conocido colegio de la ciudad.
Por eso la Carrera 28 que divide estos sectores, bien podría tener más de una triste estrella pintada en el pavimento.
“Cuando se tienen hijos adolescentes, uno por acá vive con el corazón en la mano. Yo vi a un muchacho, que no tenía más de 14 años, matar delante de todo el mundo a otro. Le pegó tres tiros, se volteó y se fue caminando”. La mujer musita que en el barrio se escucha que el hijo de esta u otra vecina está en malos pasos, pero por más que se les advierta, “ellas no lo creen”.
De hecho, en la cuadra del ‘Sahumerio’ uno de los jóvenes confiesa que su mamá pagó para que no “encerraran” a su hermano la primera vez que las autoridades lo detuvieron por un homicidio. Después de esto, ya no recuerda con precisión cuántas veces ha entrado y salido del Centro de Formación Valle del Lili.
Pero ser detenidos no es algo que los desvele. “Siempre es la misma vuelta, a uno lo cogen, lo llevan pa’l juzgado, y como uno es menor, en hora y media lo mandan pa’ la casita otra vez. Lo único que no me gusta, a lo bien, es que me quitan mi ‘pachita’”.
Sin cédula
Los fríos testimonios contrastan con las cifras. De acuerdo con la Fiscalía, de los 1.431 asesinatos que se registraron el año pasado, 293 fueron cometidos por menores de edad. Es decir, uno de cada cinco homicidios tuvo como verdugo a un niño o a un adolescente.
En lo que va corrido del 2009, la Policía ya ha capturado a 1.098 muchachos, 34 de ellos por homicidio. En el mismo periodo, la Fiscalía reporta tan sólo 77 medidas de aseguramiento, 34 formulaciones de imputación y 11 sanciones.
María del Socorro Vallejo, coordinadora de la Unidad de Infancia y Adolescencia de la Fiscalía, explica que de acuerdo con el Artículo 187 del Código de la Infancia y Adolescencia los menores de 14 y 16 años sólo pueden ser privados de la libertad cuando sean hallados responsables de homicidio doloso, secuestro y extorsión.
Admite que ésto deja por fuera de la baraja una cantidad de delitos. “Los adolescentes no le tienen miedo a la justicia, piensan que esta ley les favorece. Pero el concepto de que la Policía los captura y la Fiscalía los suelta sin razón, no es cierto. A nosotros nos duele, pero en estas condiciones hay que dar la libertad porque si no lo hacemos prevaricamos porque es la ley”.
A esto se le suma el hacinamiento en el Centro de Formación Valle del
Lili. Un fiscal admite que ante la falta de cupos para albergar a los adolescentes sancionados con privación de la libertad o internamiento preventivo, toca sustituir la medida por detención domiciliaria. Entonces, sea cual sea el delito, ellos vuelven a su casa.
Un alto oficial de la Policía replica que pese a ser menores de edad, estos muchachos cuentan con un prontuario delictivo muy extenso. Y muchas veces, aún cuando son capturados en flagrancia, es más largo el tiempo que dura el reporte de las autoridades ante la Fiscalía, que el regreso de ellos a la calle.
Según consta en el boletín policial del primero de septiembre, a las 19:50 horas, fue capturado por homicidio Rubén Blades Velencia, alias ‘Chulla’, de 16 años, y puesto a disposición de la Fiscalía. Un día después, a las 10:00 horas, fue recapturado por tráfico y porte ilegal de armas. ¿Acaso alias Chulla no estaba ya retenido por homicidio?
“Por eso a veces es mejor esperar a que tengan 18 años para capturarlos”, dice una fuente judicial.
Arison Perea Tezada, alias ‘Maiver’, ahora es un interno más en la cárcel de Villahermosa. El pasado mes de marzo cumplió la mayoría de edad, pero desde el 2006 las autoridades lo han involucrado en diez asesinatos y otros ocho casos judiciales, sin embargo, en las seis, o tal vez, más entradas que tuvo a la Valle del Lili, nunca pagó una condena.
Cuando se es menor de edad los antecedentes no se acumulan y al cumplir los 18 años se borran. Pero para los jóvenes infractores, tener cédula es sinónimo de que la justicia comienza a tener memoria.
Sentado en su moto, un joven sobresale entre el resto del parche del ‘Sahumerio’. Dice que anda calmado porque ya no es un muchacho, hace unos meses cumplió 18 años, por eso si lo buscan para una vuelta ahora se la cede a uno de los que lo rodean.
“Es que todos ya han demostrado que son carácter”. En su jerga, quiere decir que han matado.
Incluso, parecen estar acostumbrados a que la muerte les respire al lado, por eso nunca se habían detenido a pensar en el día en que una bala certera los alcance. Uno de los jóvenes, que dice tener 15 años, muestra las muñecas vendadas y el lento movimiento de su mano derecha. Sube los brazos y se ríe: “Mientras pueda gatillar, no hay problema”.
Es un miércoles corriente en el barrio Marroquín II. Uno de los menores se aleja pedaleando rápido porque quiere alcanzar a ver el partido de fútbol entre Colombia y Uruguay mientras le dura la traba. Otro replica que es mejor seguir conversando mañana que estén todos y así poder tomar una foto. Otro más se une al parche.
- ¿Y vos cuántos años tenés?
- Gracias a Dios, ya tengo 18.
- ¿Gracias a Dios?
- Sí, gracias a Dios porque llegué a los 18 vivo.
Cifras y datos
Se calcula que un joven pandillero tiene una expectativa de vida entre los 16 y 20 años de edad.
Por lo general se inician en la vida delictiva a los 13 o 14 años.
Según el Observatorio Social, en el primer trimestre del 2009, 40 menores de edad murieron de manera violenta.
Alrededor del 48% de los homicidios que se registran en Cali son atribuidos a ajustes de cuentas y venganzas personales.
Dentro de ese porcentaje las pandillas son la segunda causa de muertes violentas.
Sin ‘identidad’
El 20% de los jóvenes detenidos aseguran no tener documento de identidad para esquivar la justicia.
El 10% no tienen registro civil que certifique su verdadera edad.
Se calcula que el 5% de los procesos judiciales se caen porque se descubre que los detenidos ya son mayores de edad, entonces pasan a ser juzgados como adultos.
grafico y foto:www.elpais.com.co
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