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martes, 3 de diciembre de 2019

Menores están consumiendo drogas incluso desde los 12 años en #Cali


En ciudades como Cali, las estadísticas más recientes registran que el consumo de drogas inicia a más temprana edad, tal y como lo dio a conocer ayer, la Secretaría de Salud Pública Municipal, en un evento de prevención de drogas en adolescentes, celebrado en el marco de la ‘Semana por la salud mental’ que se desarrolla en la capital del Valle.
“Aunque las cifras reportadas por el Observatorio de Salud Mental de Cali son inferiores en el 2019 compradas con el 2018, esto no significa que realmente el problema haya disminuido, sino que por el contrario, deja entrever que es necesario seguir trabajando en estrategias que animen a las personas, especialmente a los adolescentes, a consultar las diversas instituciones que están a su servicio”, comentó Maritza Isaza, coordinadora del Observatorio de Salud Mental de Cali.
Así, mientras que en el 2018, las consultas de trastornos mentales relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas sumó 11.644 casos, en lo corrido del primer semestre de este año se registró 4051 consultas, de las cuales, el 72 % correspondía a hombres frente a un 28% de mujeres.
“Ahora tenemos casos de menores de 12 años, o incluso menos, que ya han tenido alguna cercanía con las sustancias psicoactivas, razón por la cual es necesario promover actividades en las que se pueda fortalecer los diferentes talentos que tienen los niños, niñas y adolescentes de nuestra ciudad”, indicó Isaza.
Una de las estrategias de la Secretaría de Salud de Cali para afrontar está problemática es el programa ‘Afirmando la Vida: Vos sos el parche’.
“Que se ha convertido en un espacio de conversación abierta y sin prejuicios, permitiendo a estudiantes de 50 instituciones educativas de Cali, entre públicas y privadas, encontrar razones para alejarse del consumo de sustancias sicoactivas”, comentó David Mosquera, psicólogo vinculado al proyecto.
Y agregó: “Actualmente, vivimos inmersos en una sociedad en la que los vacíos emocionales se llenan con múltiples consumos que no se limitan a sustancias como el licor o el cigarrillo, sino que trascienden a los videojuegos, la pornografía y otras acciones autoflagelantes que deterioran la salud mental y física de los menores”.
Por su parte, Alan Knudsen, estudiante del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, resaltó que los jóvenes tiene muchas ideas que aportar y merecen ser escuchadas.
“Las personas no pueden seguir creyendo que nuestras expresiones son un acto de rebeldía, sino que por el contrario, es necesario ver cómo nosotros también aportamos en este tipo de problemas”, dijo Knudsen.
Asimismo, “para evitar que los niños y adolescentes caigan en los diferentes vicios que están a la orden del día, se debe ocupar su tiempo libre y disponer de actividades que no se limiten a las clases al interior de las aulas”, aseguró Yuri Idrobo, docente de la Buitrera.
Finalmente, el alcalde de Cali, recordó que la niñez y la juventud son etapas para aprovechar sanamente, mensaje que es posible promover a través del uso adecuado del internet.
Algunos consejos

Para fortalecer la relación con los adolescentes, los expertos sugieren identificar cuáles son los temas de interés para establecer conversaciones constructivas.
Escuchar las necesidades y percepciones de los demás, siempre con una actitud de respeto.
En tanto, las relaciones familiares deben estar enmarcadas en la unión , la confianza y la disciplina.
No consiste en imponer sino en aconsejar.
Promover la equidad respetando la diferencia.

viernes, 12 de octubre de 2018

#Cali: Bulevar del río, un espacio público que pierde su encanto por estos males


Bulevar del río, un espacio público que pierde su encanto por estos males
Que el humo que desprenden los cigarrillos de marihuana llegue a apartamentos ubicados hasta en un quinto piso es una situación que ocurre con frecuencia en el Bulevar del río, en el centro de Cali.
El consumo de drogas es tan solo uno de los flagelos que residentes y visitantes de este emblemático sector de la ciudad deben soportar casi a diario en horario nocturno. A esta situación se suma el consumo de licor, presencia de vendedores ambulantes, mendicidad y exceso de ruido, situaciones que causan molestia entre sus habitantes.
“El problema con el Bulevar es que nunca nos han tenido en cuenta como residentes a la hora de tomar decisiones. Acá se inventan cualquier experimento y a nosotros nos toca asumir las consecuencias. El último ha sido el de Cali 24 horas”, apuntó Patricia Ramírez, habitante de uno de los edificios contiguos a este espacio urbano.
Ramírez agregó que una de las necesidades manifiestas en el Bulevar es el incremento de pie de fuerza en seguridad con la ubicación de un CAI móvil en la zona, idealmente en la Calle Octava.
“El Bulevar se le salió de las manos a la Alcaldía. Necesitamos que recuperen el espacio que es para el disfrute de los caleños, no de unos pocos”, complementó.
Para Liza Ardila, también residente de la zona, el Bulevar se ha transformado en el último año, siendo cada vez más concurrido.
“Vivo acá hace cuatro años y siempre había sido muy tranquilo, tan solo los viernes se veía bastante gente. En el último año se ha convertido en cosa de todas las noches los grupos que se reúnen a conversar y a consumir licor”, aseguró Ardila, recalcando que los grupos ya no se limitan a la zona entre la Ermita y la Calle Octava sino que se han tomado el sector más residencial, que se extiende hasta la Calle Quinta.
Por su parte el músico Cristian Vanegas, visitante recurrente del Bulevar, agregó que este espacio se ha convertido en punto de encuentro de los ciudadanos.
“Acá uno ve desde oficinistas que trabajan en el centro y quieren tomarse una cerveza hasta el que quiere venir a fumar marihuana. Es un encuentro de todo lo que hay en la ciudad, pero con gran respeto y tolerancia. Es un espacio de encuentro entre tribus urbanas”, dijo.
Vanegas agregó que el elemento más negativo que hay en este momento en la zona es el alto nivel de mendicidad.
Consumo de licor en el Bulevar
El consumo de licor es el problema más extendido en el Bulevar del Río.
"Vos no te podés quedar tranquilo cinco minutos sin que llegue alguien a pedirte plata y si uno no les da una moneda se forma un problema. Eso deberían controlarlo más”, aclaró.
El Bulevar del río tiene una longitud de 780 metros, equivalente a poco más de siete canchas del estadio Pascual Guerrero en fila, y fue inaugurado hace más de cinco años, en mayo de 2013, como parte de una transformación urbana de Cali. En el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, el área de actividad de este sector está contemplada como mixta, lo que supone presencia residencial y de comercios.
Dueños de negocios también se suman al pedido de seguridad y mayor control en la zona. Uno de los comerciantes, quien prefirió no revelar su nombre, señaló que sus clientes han sido víctima de robo varias veces. “Están departiendo entre amigos y, quizá, se descuidan un poco, entonces los ladrones aprovechan y se les llevan las maletas. Eso ha pasado varias veces, pero la Policía sigue sin aparecer”, reveló.
Otro problema que denuncian es el de la prostitución, que señalan está presente desde la Plaza de Cayzedo y se extendería hasta la Calle 10 con Carrera 3, donde se ubicaba el Teatro Colombia. En cuanto al consumo y venta de drogas, residentes de la zona aseguran que es otra constante.
“Ya no tienen reparo en ofrecer drogas a todo pulmón. Hay una persona que llega a vender comida vegetariana, pero también ofrece marihuana sin que nadie le diga nada. Esta es una zona familiar donde eso no debería pasar”, dijo el comerciante.
La Corporación para la Recreación Popular, CRP, es la entidad encargada de administrar el espacio desde que fue abierto al público. Su gerente, Fernando Marín Escobar, señaló que realizan un control permanente con los denominados ‘protectores del espacio público’, un equipo de 45 personas que realizan tres turnos de ocho horas para mantener una vigilancia constante.
“Sin embargo, nosotros no podemos ejercer funciones de autoridad, tan solo vigilar que no dañen el espacio, impedir que circulen motos, no dejamos asentar vendedores ambulantes estacionarios y si hay habitantes de la calle les pedimos que circulen. No podemos impedirles que transiten en el Bulevar”, aclaró.
Para el Gerente, la afluencia de público que tiene el Bulevar este año se debe al desplazamiento hacia la zona de grupos de jóvenes y tribus urbanas que antes se asentaban en el parque de los Estudiantes, o de Jovita, y la Loma de La Cruz.
El mayor Leonidas Basto, comandante del Distrito 1 de la Policía Metropolitana de Cali, explicó que se tiene una presencia constante y pidió denunciar cualquier hecho que comprometa la seguridad en el área.
“Cuando identificamos consumo de droga imponemos comparendos y cuando hay consumo de licor en la vía, le llamamos la atención a los locales que lo expenden”, afirmó.
Estudiarán instalación de un CAI
El mayor Leonidas Basto, comandante del Distrito 1 de la Policía Metropolitana de Cali, aseguró que la propuesta de la comunidad de instalar un CAI podría ser estudiada para ser ejecutada a mediano plazo. “A futuro puede ser viable esta propuesta, pero en el momento no tenemos la disponibilidad para llevarlo a cabo”.

jueves, 11 de octubre de 2018

#Cali Cocaína rosada, ¿la droga favorita de adolescentes de estrato alto?

 Así se mueve el mercado de las drogas de moda entre adolescentes de familias adineradas. Muchos padres se olvidaron de ella. Creyeron que la famosa cocaína rosada era leyenda del pasado. Pero sigue viva y coleando entre los adolescentes de estratos altos. Y no solo la producen traquetos, también los propios escolares. Tanto que ya no siempre cuesta 120.000 pesos el gramo. En ocasiones baja a 80.000 o 90.000 pesos por la irrupción de los jóvenes productores caseros.

El color casi nunca varía, el rosa sigue siendo el favorito aunque existen presentaciones amarillas, lo que cambian son los ingredientes. Al coctel básico (2’5dimetoxi-4-bromo- feniletilamina) con propiedades alucinógenas y estimulantes, le pueden agregar cocaína, heroína o unos químicos.
El nombre real y el que circula no es cocaína rosada, sino 2CB, pronunciado tusibi, como en inglés. Para los menores de edad es tusi y si lo escriben en sus redes sociales, sustituyen la palabra por el emoticón de una billetera rosada.
En Cali, son alumnos de algunos de los colegios más costosos, según los entrevistados, los que marcan la pauta en consumo de drogas porque acostumbran a recibir las mesadas más abultadas. Para muchos padres, dinero de sobra en el bolsillo implica fácil acceso a drogas caras y a las que más estatus otorgan.
“Es como si Cali fuese un almacén de dulces y usted les da las llaves a los niños para abrirlo”, cuenta la mamá* de un estudiante del Bolívar. Ese centro forma parte de Asobilca (Asociación de Colegios Bilingües de Cali) y está integrado por siete prestigiosos colegios.
El informe que retrata el consumo de drogas en adolescentes del país
Las formas con las que combos seducen a menores de edad en Medellín
¿Qué pasará con las menores que aparecen en video fumando marihuana?
Un viaje por el cerebro de un marihuanero
Caballo de Troya en los colegios
“Si eres hombre, tenés que usar ‘jeans’ Adriano, Goldshmied, Armani o Lucky Brand, camisas Philipp Plein, tener 200 polos, zapatos Gucci, Prada, Hugo Boss. Y tenés que meter drogas, poquitos los que no. Todo es por el estatus y lo que vayan a decir de uno”, precisa un adolescente. Admite que son los varones los que reciben las mayores mesadas –rondan los 800.000 y 900.000 pesos mensuales y llegan a 5’000.000 en unos casos– y quienes suelen adquirir la droga e invitar a las chicas a tusi porque es una manera de atraerlas.
“Las que meten tusi es porque los hombres se las compran”, asegura una quinceañera. “A nosotras, que recibimos 200.000 o 300.000 pesos de mesada, lo que nos da estatus es ir a los desfiles (de moda), vestir Gucci, Chloe, Carolina Herrera, Chanel, ir al gimnasio, comer bien, verte bonita, el novio que tenés. Lo que sí ahora es de muchas mujeres es el MD (otra droga de moda)”, añade.
“Van tan rápido los adolescentes que resulta difícil saber cuál es la droga del momento. Hoy en día no huelen, no se enrojecen los ojos, consumen y en pocas horas comen con los papás y no te das cuenta. Antes había otras alertas”, comenta una de tantas madres que ha visto a uno de sus hijos sucumbir a las drogas. “Pero no culpo a los colegios, es una problemática muy difícil de manejar”.
No solo consumir determinadas sustancias sicoactivas, incluido whisky costoso, forma parte de un código no escrito de los adolescentes caleños de estrato alto para pertenecer al exclusivo club de los elegidos. También incluye infracciones, como dejarse enfermar por una sobredosis. Lo de menos son las consecuencias para la salud del afectado, lo sancionable es que conlleva hospitalización urgente y la consiguiente atención y alarma de los adultos. Y que los papás averigüen sus pasos es lo último que desean.
“Todo el mundo te echa al lado porque boleteas a los otros, acabas con una reputación en cero. Cali es un pueblo, todo el mundo sabe quién es quién”, explica una escolar de 16 años. “Si cae uno de un grupo, normalmente caen todos porque los papás le cogen el celular y descubren a los demás”.
El castigo supone convertir al afectado en un paria. Al estar inmersos en un universo minúsculo, el nombre se riega fácil y el afectado queda aislado por completo. Borrado.
No le queda a la familia camino distinto a alejarlo y sacarlo de la ciudad o del país, o esperar a que la entrada a la Universidad entierre el pasado.
“El consumo de drogas es un problema real que no todos los padres quieren ver, prefieren hacerse los de la vista gorda. No sé si es porque no saben darle manejo”, señala el rector del Jefferson, Juan Pablo Caicedo, que aceptó una entrevista por considerar que el silencio y el ocultamiento no es la vía para buscar soluciones. Los de Bolívar y Colombo Británico prefirieron no concederla.
Caicedo recuerda casos en que ha revelado a padres que su hijo consume y obtiene la negación por respuesta. “Yo soy una mamá presente, es imposible”, contestó una mamá angustiada. “Tampoco es fácil convencer a los estudiantes de que no consuman si sus padres hacen lo mismo”. En un taller de prevención de la Corporación Caminos, un alumno tomó la palabra para protestar por lo que creía era una pérdida de tiempo y un discurso vacío. “Mi papá consume y me dio carro, acción del club, viaje al exterior. Eso no afecta a la vida”, dijo el chico con hastío.
Al margen del ejemplo paterno, Caicedo cree que los jóvenes no ven peligro en tusibi. “No temen a nada. Empiezan incluso en 7.º grado para emular a sus hermanos mayores. El problema es que comienzan con dosis bajas y van subiendo”.
Alberto Sánchez, investigador de políticas de drogas, piensa que la clave está en que “la información sobre la drogadicción entre los jóvenes no es suficiente ni confiable y, sin ella, los programas de prevención no son eficientes”.
Para algunos padres, además, es necesaria una intervención más activa de las autoridades y la policía, pero resulta difícil: “No contamos con su respaldo y tampoco ellos tienen herramientas suficientes para actuar. En Yumbo (municipio contiguo a Cali, en donde está enclavado el Jefferson) solo hay una patrulla de Infancia y Adolescencia para ese municipio, para Viges y La Cumbre; y es la única policía que puede intervenir en los colegios. Una vez contestaron a nuestra petición de ayuda que los padres del Jefferson tienen dinero para el tratamiento (de drogadicción). Una institución educativa de estrato alto no es prioritaria, hay otras públicas con más problemas”.
En esos colegios bilingües no se apuestan vendedores en los alrededores y si la consumen en el interior de las instalaciones, algo esporádico y casi siempre en los baños, los mismos estudiantes la llevan.
Hace dos años, gracias a la insistencia del colegio y de algunos papás, y con la ayuda de un exoficial de la policía, convencieron al director de la Sijín de Cali para investigar las redes de proveedores. En agosto del 2016 lograron desmantelar una banda que suministraba el 2CB a los estudiantes de estratos altos. Sus integrantes, salvo el líder, eran jóvenes de aspecto agradable e inocente y la única mujer del grupo trabajaba de DJ. Los soltaron enseguida porque, al analizar el alijo de 2CB y otras sustancias que les incautaron, la justicia consideró que su efecto no era tan nocivo como para merecer la detención.
“La 2CB es muy peligrosa, los jóvenes la meten y no saben qué contiene. Puede ser letal”, asevera un vocero autorizado de la Sijín, que lucha contra el microtráfico en Cali desde hace años y pide omitir su nombre. “Uno, que también es padre, hace lo más que está a su alcance para combatirla. Pero el consumo se ha disparado y cada vez inventan cosas nuevas como la Nexus, combinación de metanfetamina y LSD, que cuesta 100.000 pesos la dosis y es similar a la tusibi. Y son fáciles de transportar. Los proveedores de tusibi, por ejemplo, la pueden llevar en tarros de polvo rosado. Si los descubren, dicen que es para las matas o lo que sea y no todos los policías la conocen”.
Los jóvenes que la producen en sus casas solo necesitan una olla arrocera y un sartén de cerámica para cocinar los químicos. Aunque aprenden al principio para ganar dinero, suelen terminar enganchados y “se vuelven tuseros”, comenta una chica.
A la hora de consumir, las cantidades difieren. “Depende de tu nivel de adicción o lo ‘high’ que quieras quedar. Hay unos que el punto (equivalente a un gramo, la dosis mínima de 2CB) es solo para ellos y otros lo reparten entre varios aunque no tenga mucho efecto, como para decir que metes tusi”, explica un estudiante. “También pueden comprar a un ‘dealer’ un bolsón de tusi, que son 15 puntos; si son siete amigos o un grupo pequeño en una casa”. El efecto es similar al del LSD, un viaje de altibajos, con etapas de calma y otras de frenesí y alucinaciones.
“La falla es que los papás les crean todo a los hijos. Dicen muchas mentiras y es más fácil creerlas que aceptar la realidad”, me dice una quinceañera en tono de mujer adulta. “Se miente siempre, los drogadictos son expertos en decir mentiras. Y si se las dicen a la novia cómo no se las van a decir a las mamás”. Por regla general, los padres de estratos altos prefieren creerles y mirar para otro lado excepto cuando la adicción se torna incontrolable y deben enviarlo a un centro de rehabilitación en Bogotá o Miami, entre otras ciudades.
Algunos progenitores llegan al extremo de romper relaciones con otros papás que les advierten que sus hijos meten drogas con los suyos, cuando los descubren por algún descuido o sobredosis.
“No se va acabar nunca porque siempre salen cosas nuevas y la búsqueda de querer ser alguien reconocido entre los adolescentes siempre va a existir”, sentencia otra niña. “Todo es por el estatus y lo que vayan a decir de uno, hay que estar a la moda en todo”.
* Las madres y jóvenes entrevistados pidieron no dar sus nombres

domingo, 5 de agosto de 2012

CALI, CONSUMO DE DROGAS, EXCLUSIÓN Y MARGINALIDAD SOCIAL: DIEZ BARRIOS VIVEN CON MIEDO


El Cerco

Un corredor ecológico convertido en una de las  “ollas de vicio” más grande de la ciudad.
A las cinco de la tarde, de cualquier día de la semana, en el corredor vial de la calle 26, entre carreras 39 y 45, en la zona de los barrios San Judas y  el Guabal de la Comuna 10 al sur de Cali, o en el sentido sur-norte, del Barrio Jorge Holguín, de la Comuna 17, los vecinos no pueden salir de sus casas por miedo. Ellos viven al lado del “Cerco”, o también conocida como “Patio Siete”. La mayor concentración de indigencia que está proliferando en esta zona de la  ciudad.

Por Óscar López Noguera
Comunicador Social - Periodista de la Pontifica Universidad Javeriana de Bogotá,Ganador de 20 premios de periodismo, Corresponsal para NTC Noticias, Noticiero AM PM y Noticias Uno. Jefe de redacción y editor general de Noti 5. También ha trabajado con el noticiero 90 Minutos, Noticias CVN. Fue director de comunicaciones de la Universidad Icesi y asesor actual de la sala de prensa de la Pontificia Universidad Javeriana - Cali. Productor de vídeos institucionales y documentales.

Todos han vivido la impotencia de pasar de habitar unos barrios, en los que siempre que llegaban las olas invernales terminaban  inundados por el desbordamiento del río  Cañaveralejo, a vivir hoy en medio de la desesperación por la “inundación” de una zona verde, por más de 150 habitantes de la calle, que la han convertido en su sitio de vivienda y un entorno,  en que se  mezclan la  drogadicción, el consumo indiscriminado de licor adulterado  y todo tipo de manifestaciones, de una sociedad en decadencia. Y lo más grave, sin que se adopten medidas de fondo para enfrentar esta situación.
Muchos de los moradores de estas cuadras tuvieron que reforzar sus puertas y ventanas con rejas dobles. Otros no tuvieron más opciones que vender sus viviendas por la mitad del precio. A muchos les han robado desde electrodomésticos hasta las materas. Mientras que en una avenida aledaña, han aumentado los locales de chatarrerías y compra ventas de hierros y otros materiales, que a su vez, son surtidos por los habitantes y dueños de “el Cerco”.
Hoy, la gran mayoría de los tradicionales habitantes de San Judas o el Guabal que no se han marchado, pues les quieren pagar hasta la mitad del precio lo que valen sus viviendas, han tenido que aprender a convivir con los olores que llegan desde este separador, de marihuana y bazuco. También a  estar obligados  a escuchar  los gritos desgarradores en las medias noches, cuando las mujeres que habitan el “temido” separador, pelean con sus compañeros, evitando desde una violación, hasta un robo. En otros casos los sonidos que se escuchan son de disparos, entre los habitantes de este “cerco”, en algún ajuste de cuentas.
Para los habitantes de estos barrios, la situación ha empeorado desde hace años y medio. Primero fueron grupos reducidos que se fueron tomando el separador. Después llegaron otros más grandes. Y hoy se pueden evidenciar en esta zona verde, seis grupos bien establecidos, que a su vez, tienen sus propis compradores de droga.
Y así se ha venido configurando esta invasión de un corredor ecológico aledaño al Canal  CVC sur. Incluso todos los habitante de la calle, que habitualmente ocupaban los puentes de la autopista suroriental, y que en una iniciativa del Gobierno Municipal, al instalarse una serie de controles, fueron obligados a abandonar estos sitios, según algunos de los vecinos de  los barrios afectados, llegaron a este separador a vivir a sus anchas.

En el “Cerco” una vicha de marihuana se consigue desde dos mil pesos. Y  el “fanor” o el “vendies”, aguardiente adulterado, mezclado con  cocaína, se puede comprar desde los diez mil pesos el porrón, que equivale a unos dos litros.
¿Por qué el fanor? Ese es el nombre del supuesto mayor propietario de alambiques clandestinos de la zona, y ese nombre quedo en el ambiente cuando de adquirir trago ilegal se trata.
Y es que uno de los barrios en donde más se produce licor adulterado de Cali es en San Judas Uno. Según algunos de los vecinos, lo producen en alambiques, que se rotan de casa en casa, para despistar los operativos de las autoridades. Y lo cual ha generado que, en “el Cerco”, sus nuevos habitantes, se roten este licor, sin importarles, los niveles de adicción que les genera.
“El Cerco” además está dividido por zonas, dedicadas en cada espacio al microtráfico de drogas. Uno de los grupos más temidos, es el de los denominados “Piolines”. Y de acuerdo con los vecinos afectados, en días anteriores tras el asesinato de un de los líderes de este sector, a quién conocían con el alias de  “el Cacique”, se presentaron luchas por el poder, y por ende, enfrentamientos con grescas a cuchillo, y disparos, entre los invasores del espacio ecológico y  que generaron, entre los tradicionales vecinos del sector temor, y especialmente el tener que resguardarse en sus viviendas, con la zozobra de poderse convertir en víctimas de una bala perdida.
También insisten los vecinos de barrios aledaños al “Cerco”, que el aumento en el número de habitantes de la calle, está propiciando, que salgan a la avenida aledaña a atracar a los automovilistas y motociclistas, que por esta transitan, y después corren esconderse  con sus “botines”, en medio de esta zona verde, que se está transformando en una de las “guaridas” más grandes de la ciudad.
Un vecino desconsolado insiste en que mientras que en el centro de Cali, por décadas, se ha mantenido en el barrio el Calvario, la ocupación de sus calles, por recicladores y habitantes de la calles, en los últimos dos años, su sector, se convirtió en un “calvario en vida”.
Un corredor ecológico  invadido y descontrolado
Este corredor ecológico de la calle 26, y en el que supuestamente se iba a adelantar la mayor obra de infraestructura urbana, denominada la “Autopista del Bicentenario”, por la anterior alcaldía de Jorge Iván Ospina, y que termino siendo una utopía urbana y para los habitantes de esta zona de Cali en otra  fuente de promesas incumplidas, sobre todo, porque guardaban el anhelo de que con la construcción del viaducto, se le podría solución al problema del “Cerco” y a las otras invasiones que afectan este sector.
Porque no solo el corredor de la 26 está invadido de indigencia, también de negocios particulares que usufructúan desde hace varios años este separador vial, con el visto bueno e varias administraciones municipales anteriores.
De manera sistemática, en cuanto termina la zona conocida como "el Cerco”, se privatizó el corredor, con la ocupación de parqueaderos públicos y compraventa de vehículos.
Uno de los parqueaderos, el más grande,  tiene el nombre de  Los Colores y se ofrece servicio las 24 horas del día. En el área, que es de aproximadamente 500 metros, se encuentran desde contaniers de exportación, hasta busetas y carros particulares.
Metros más adelante hay otro parqueadero, llamado Granada Estación. Y en la misma zona, una compra venta de carros, que tiene una sede principal en el margen derecho de la vía, y en pleno separador han armado una alterna, en la que permanecen, en promedio, veinte vehículos en exhibición.
Esta ocupación de un área, que bien podría ser un sendero  ecológico, se ha  fomentado en un corredor, que le pertenece a la Nación, y que hace parte del área que ocupó  la carrilera de ferrocarril ,  que le fue entregada por una patronato al  Municipio de Cali, pero antes de este proceso y dentro de la liquidación de los Ferrocarriles Nacionales, de acuerdo con fuentes consultadas por  Caliescribe.com, algunas de estas  zonas verdes fueron entregadas por uno de los liquidadores a sus propios familiares para que las utilizaran. En los últimos quince años se han utilizado los terrenos en estas actividades, que les brindan beneficios a los propietarios de parqueaderos, pero que  perjudican al medio ambiente y la calidad de vida de todos los habitantes de los barrios aledaños, que no cuentan con parques para su entretenimiento.
De acuerdo con líderes  de la Comuna 10 de Cali, en este corredor, además de las invasiones de habitantes de la calle, parqueaderos y compraventas de carros, en solo cuatro kilómetros, además se ha incrementado el número de familias que han establecido su vivienda ilegal, en el extremo sur de una franja del mismo. De treinta casas subnormales iniciales se pasó a más de ciento cincuenta. Todas levantadas a un lado de la cuenca del río Cañaveralejo y precisamente en la parte en que este afluente arrastra todas la secuelas  de un paso “inclemente” por una ciudad que lo contamina y que en su último tramo recibe, todas las aguas residuales de esta invasión.
Por más que los vecinos de la Comuna 10 han insistido que se revisen la invasión,  así como ocurre con el caso de “el Cerco”, siempre se han encontrado, con ofrecimientos de parte de las Autoridades y durante varios gobiernos, de que tomarán cartas en el asunto, pero pasa el tiempo y ahí continúan estos flagelos,  por el contrario incrementándose el temor y la zozobra entre los  habitantes de estos barrios. Como anota un vecino, que pidió reserva de su identidad: “Aquí es más fácil que sean los del Cerco, los que llamen y de pronto hasta nos saquen a nosotros de nuestras casas las autoridades”
En aras del equilibirio periodístico, la redacción de la revista virtual Caliescribe.com le envío al Secretario de Gobierno Carlos Jose Holguín,seis preguntas sobre la temática planteada en esta investigación desde el lunes 30 de julio y hasta el día de cierre de edición de esta revista, es decir el 04 de agosto y no obtuvimos respuesta alguna.

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