domingo, 30 de agosto de 2009
la gozadera de toño barrio
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Esta banda salsera, nacida en el barrio San Antonio de Cali, suena con fuerza en Bogotá. Ellos son Toño Barrio, los del 'Maniqui'. Tienen un look medio roquero, bailan y saltan como roqueros, pero no lo son. Lo que corre por sus venas es salsa, sí, salsa, gozadera, cha cha, guateque, guaguancó. Aunque no pasan de los 30 años, el más joven tiene 23, sienten la salsa como si hubieran crecido por allá en los 70, cuando el género llegó a Cali para nunca más volver a irse. Se llaman Toño Barrio, y no porque el director, el compositor o el vocalista se llame Antonio, sino porque el barrio San Antonio fue el encargado de unirlos y de inspirarlos para crear pegajosas canciones que hoy retumban con fuerza en la fría Bogotá y aún con algo de timidez en la cálida Sucursal. En sus letras le cantan al amor, "nuestro amor es así... espiritual...", al desamor, "jugaste con mi amor y fuista mala, demasiado mala" y a las mujeres de plástico, "eres una película de porno, fingiendo como siempre". Pero también le cantan a la ciudad que, aunque no los vio nacer, sí los vio crecer como músicos. "Todos llegamos a Cali provenientes de Pasto, Manizales, Pereira, Cerrito y otros lugares de la región a estudiar música al Conservatorio y como San Antonio es un barrio que se ha caracterizado por ser de artistas, terminamos viviendo ahí", cuenta Jose Fernando González, pianista y director musical de 'los Toño'. Por eso, en sus canciones siempre aluden al barrio de calles empinadas, pero también a otros lugares de Cali como Aguablanca, Siloé y la Fuente. "Hablamos de temas comunes, de lo que pasa a diario, de la tienda de la esquina...", agrega Jose y explica que en Bogotá se han encontrado con lugares similares que ya hacen parte de las letras y que en un tiempo se convertirán en su segunda producción discográfica. Entonces, ¿por qué dejar esa ciudad que tanto quieren y que los unió? La razón, explica el pianista, se debe a la dificultad que encontraron para surgir. "Llevábamos dos años en Cali y aunque sonó 'Maniqui' en algunas emisoras, faltó apoyo a las nuevas propuestas musicales. Lo que nos empezó a llegar, como hacer parte de la banda sonora de 'Perro come Perro', entró primero por Bogotá. Allá nos oyeron y nos recomendaron", dice. Disco Toño Barrio Latin Groove es el nombre del primer disco de esta agrupación caleña, grabado por el sello MTM y que se encuentra en las disco tiendas. En myspace.com/toniobarrio y en Facebook como Toño Barrio también pueden oir más de la banda. Es que su música es diferente a las viejas y nuevas propuestas de la salsa. Tienen ese sonido de antaño pero mezclado con guitarras eléctricas y batería y sus composiciones suelen estar cargadas de temas sociales, lejanos al romanticismo de lo moderno. Esa salsa progresiva, como ellos la llaman, ha sido comparada con la banda bogotana La 33, pero 'los Toño' aseguran que son muy diferentes. "Nosotros somos más del barrio, tenemos un sonido más latino, mientras que la salsa de La 33 es más neoyorquina", explica Edwin Ortiz, manager de la banda y Jose añade que: "nos comparan porque no usamos uniforme ni tenemos coreografía y porque tenemos una energía muy fuerte en vivo, pero hay una gran diferencia entre hacer salsa desde la capital, desde el frío, y hacerla desde el calor de Cali". Y ese calor se siente en cada una de sus canciones que están llenas de sabor y gozadera y que hacen mover el cuerpo porque, como dicen en una de sus canciones, "el que baila es el que goza" y ellos están gozando.
Carolina Ruiz Giraldo./
calibuenanota.com
viernes, 28 de agosto de 2009
Piden que el Míocable traiga mayor "rentabilidad social"

miércoles, 26 de agosto de 2009
Cali se expande más hacia el sur

lunes, 24 de agosto de 2009
"En el 2012 el MIO estaría cubriendo el 95% de la demanda"

viernes, 21 de agosto de 2009
Cali insiste por sede del mundial sub 20 de futbol en el 2011

jueves, 20 de agosto de 2009
RIGOBERTA MENCHU EN CALI, "La paz no es impunidad"

miércoles, 19 de agosto de 2009
Avanza plan por el río Cañaveralejo

martes, 18 de agosto de 2009
Ganó la diversidad en el Petronio

viernes, 14 de agosto de 2009
Petronio, desde las raíces

martes, 11 de agosto de 2009
Del 12 al 16 de agosto se realizará el XIII Festival de Música del Pacífico 'Petronio Álvarez'. El maestro 'Gualajo' será homenajeado.

sábado, 8 de agosto de 2009
Incendios, un mal que le arde a Cali

Por Luiyith Melo García
Este año se han presentado 401 conflagraciones y se han perdido 230 hectáreas. El fuego está alterando el clima. La casa de Eduardo Velásquez, en el Mameyal, estuvo a punto de quedar reducida a cenizas el pasado 24 de julio. Las llamas devoraban un bosque que hay arriba del Zoológico Municipal y se metieron insospechadamente por una cañada, atravesaron un cortafuego que habían hecho los vecinos para aislar incendios y llegaron frente a la puerta de la vivienda. Eduardo estaba fuera de la ciudad y tardó días en volver. Una tragedia para él que vela por la naturaleza en su condición de director regional de Parques Nacionales. Cuando el fuego incontenible amenazaba con quemarlo todo --su casa y la de media docena de vecinos suyos--, un helicóptero bambi de la Fuerza Aérea apareció en el aire y vació su carga de agua sobre la cabeza de ese infierno ambulante y la vivienda de Eduardo. El capitán Jairo Soto llegó al lugar con una máquina de bomberos y completó la contención del fuego. La casa fue evacuada. También debieron salir varias familias más: los Restrepo, los Rentería y Luz Marina Guerrero. Seis viviendas, de las 80 que conforman el sector residencial de El Mameyal, (una vereda del corregimiento Los Andes, de Cali), fueron evacuadas. La falda de esa loma quedó convertida en un inmenso carbón. Hoy, la casa de Eduardo no tiene agua. El incendio forestal afectó nacimientos hídricos y aljibes. Su conexión a la fuente superficial de agua se destruyó y para abastecerse debe acudir a la provisión de carrotanques de Emcali. Cada tanque de diez metros cúbicos vale $300.000. En un mes más, por los grifos de las 80 viviendas del Mameyal no bajará ni una gota de agua. La arquitecta Luz Marina Guerrero no ha querido volver a ver la tragedia del bosque que dominaba su entorno. El espejo de agua de su aljibe, que estaba en cuatro metros quedó reducido a dos. “No quiero volver a medir, sólo espero el momento en que abra la llave y el agua no vuelva a salir”, se lamenta. Los animales huyeron despavoridos del bosque incendiado. Eduardo dice que “es el estrés ambiental”. Los animales tienen un espacio natural para moverse, pero con la quema su área de maniobra es menor, tienen menos vegetación, menos agua y comida y quedan expuestos a los predadores. En esa diáspora de fauna, las culebras ya están llegando a la casa de Luz Marina, las plagas aparecen en la vivienda de Eduardo, en los alrededores se ven los tigrillos yaguaroundi, los armadillos, los troncos carbonizados, el aire con sabor a humo, la agonía del bosque y los dueños de lo ajeno. Todo llega, menos el agua. Alerta máxima El capitán del Cuerpo de Bomberos de Cali Jairo Soto, quien está al frente de la extinción de los incendios, dijo que esa fue una de las dos conflagraciones más grandes que se han presentado este año en la región. Ese 24 de julio, 40 bomberos tuvieron que enfrentarse a las llamas en El Mameyal, mientras 70 unidades más luchaban contra el fuego en La Castilla. Una exigencia máxima para los socorristas disponibles que no son más de 180 y apenas 60 por turno. El oficial calcula que los 401 incendios ocurridos en lo que va del año han destruido más de 230 hectáreas de bosque y vegetación., aunque el director del Dagma Jesús González cree que el área incinerada no es tanta. “Eso hay que medirlo y la zona todavía está caliente”, advierte el funcionario. Y, en efecto, los cerros de Cali están calientes. El capitán de bomberos Álvaro Gutiérrez advierte que lo que ha pasado hasta hoy es sólo el preámbulo de lo que viene, porque agosto es el mes más crítico para los incendios forestales por su sequedad y la fuerza de los vientos. La ola de calor que vive la región es un coletazo del fenómeno del niño que, según los pronósticos del Ideam, será más agudo y se prolongará hasta principios del 2010. Y aunque la temperatura aumenta, la humedad relativa disminuye y la velocidad de los vientos es mayor (todo lo cual aviva los incendios), es el hombre el responsable de que los cerros ardan.
La ley prevé castigos de entre dos y diez años de cárcel y una multa de 100 a 500 salarios mínimos mensuales para quienes provoque un incendio forestal. Dos bomberos de Dagua resultaron quemados al combatir un incendio forestal. En Cali otros dos están heridos, pero de menor gravedad. También han ocurrido incendios forestales urbanos en Cali, el más grave y repetitivo es entre Vallegrande y el Centro Comercial Río Cauca.Las chispas de fuego que caen a la vegetación reseca, los carbones encendidos de fogones, las colillas de cigarrillo o la quema de basuras y cultivos son los responsables de prender la vegetación y los bosques en más del 90% de las veces. También hay intereses de colonos e invasores que propician las quemas para acceder a nuevas franjas de terreno. Pero el problema no es sólo la primera chispa. Es también el tipo de estructuras forestales sin adecuación que tiene Cali y su zona influencia. Todo un cerro arde porque no se han hecho cortafuegos o caminos aislantes que en un momento dado eviten que las llamas pasen de un área a otra. El primer responsable es el Dagma. Las fuentes de agua, que son otro aislante natural del fuego, muchas veces son canalizadas y desviadas a una misma área por colonos para su aprovechamiento agroforestal, dejando desprotegidas inmensas zonas de bosque. Tampoco hay señalética, cercos, adecuación de terrenos, todo lo cual ayuda a prevenir y mitigar incendios. Los expertos calculan que se ha perdido media generación con las recientes quemas de los cerros. Pero también se han perdido árboles notables y activos ambientales de 80 y 100 años, cuya recuperación no sólo requiere tiempo, sino un trabajo científico y técnico organizado de entidades como CVC, Dagma, Emcali y la misma comunidad. El problema es que, como lo reconocieron el capitán Soto y el director de Dagma Jesús González, en estas zonas “se ha quemado bosque y subsuelo”. Y el subsuelo es la capa vegetal de microorganismos y nutrientes que permite que surja la vida forestal. Por eso, los incendios de Cristo Rey, La Elvira, El Saladito, Pichindé y la Castilla, a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, se vuelven muy difíciles de controlar y, si no se apagan bien, se acumula calor en el subsuelo y los árboles se secan porque se les calientan las raíces y pueden volver a prenderse. “Ese es el gran peligro que tenemos en estos incendios”, advirtió Soto. Lo otro es que, como lo dijo el ambientalista Armando Palau, estos incendios no sólo están haciendo daños en la flora y la fauna, sino que “están provocando un aumento en el efecto invernadero y el calentamiento global”. La ola de calor que estamos padeciendo hoy tiene que ver con la contaminación y la quema de bosques que son un pulmón natural, lo cual ha alterado el clima y el régimen de lluvias y de sol. Esto quiere decir que no sólo Eduardo Velásquez, Luz Marina Guerrero y sus vecinos padecerán la sed y los efectos de los incendios, sino todos ciudadanos, incluso los que de lejos apenas si ven el fogonazo y el humo de los cerros. Cifras de incendios Los estudios indican que entre 2002 y 2007 se presentaron en el país 6.193 incendios forestales que afectaron un total de 273.437 hectáreas de diferentes tipos de cobertura vegetal. Entre el 2007 y el 2009 hubo una baja sustancial en los incendios por el régimen de lluvias. Entre el 2002 y 2007 en Cali se presentaban entre 10 y 24 incendios diarios. En lo que va corrido del 2009 el rango diario de incendios está entre 6 y 9. A su mitigación contribuyeron algunos esfuerzos en prevención. de la CVC, el Dagma y el Cuerpo de Bomberos Se capacitaron grupos comunitarios, se montaron las brigadas forestales junto con el plan vigías y se capacitaron a estudiantes de escuelas y colegios de la zona de ladera para que ayuden a hacer prevención.
tomado de:elpais.com.cohttp://elpais.com.co/
martes, 4 de agosto de 2009
Cali, la sucursal del 'rebusque'


domingo 12 de julio de 2009
Medio millón de caleños en el subempleo hacen de la capital del Valle la ciudad campeona en el trabajo informal. ¿Por qué? A primera vista, no hay nada en común entre José Eduardo Montaño y Ólga Rodríguez. Él es un mimo que se gana la vida imitando a la gente en la Plaza de Cayzedo; ella, una taxista que recorre todos los rincones de la Sucursal del Cielo. Montaño es negro, crespo y delgado, mientras Olga es india, trigueña, robusta y usa gafas. Ella anda buscando trabajo; él ya sabe que morirá desempleado. Y es más, ni siquiera se conocen. Pero comparten un lazo invisible que los une y los identifica con otros 500.000 caleños, además del gusto por la salsa y el chontaduro: son subempleados. Esa extraña palabra, subempleo, es la que utiliza el Dane para definir a quienes trabajan en condiciones inadecuadas, bien sea por los bajos ingresos que reciben, por el poco tiempo trabajado o porque cumplen funciones que no son acordes con sus competencias personales. Y hay más en la jerga del Dane. Hay ‘subempleados subjetivos’, es decir, aquellos que quisieran tener mayores ingresos y trabajar en algo más adecuado, pero que ya se resignaron a vivir del ‘rebusque’. Como el negro Montaño, que aprendió el oficio de soldador-electricista en el Sena, un día perdió el empleo que tenía en el taller donde trabajó cinco años y luego no tuvo más remedio que mostrar en la calle sus habilidades de actor y bailarín. Ólga quiere lo mismo que José Eduardo, pero a diferencia de él, ha hecho algo para tratar de cambiar su ‘status’. La palabra ‘algo’ suena casi ridícula frente al esfuerzo de esta técnica en ingeniería industrial especializada en producción, egresada del Centro Colombiano de Estudios Profesionales, que trabajó durante años como analista de tiempos y métodos en varias empresas del sector de la confección y el calzado. Durante tres años seguidos, después del nacimiento de su hijo, regó montones de hojas de vida, sin descanso, por centenares de empresas. Y un día, cansada de esperar la llamada milagrosa, decidió empezar otras ‘carreras’: las 20 ó 25 que se hace cada día en el taxi de su esposo, en una jornada de hasta doce horas diarias, “para aportarle a la economía del hogar”. Ólga sigue llenando hojas de vida. Aún guarda la esperanza de conseguir un empleo acorde con su profesión. Por eso, cuando sabe de una vacante, todavía hace lo que le corresponde hacer a un ‘subempleado objetivo’, según el diccionario del Dane: “Una gestión para materializar su aspiración de cambio”. Subempleo, en realidad, es un eufemismo técnico que no describe la dura realidad de un país donde 6.367.000 personas deben sobrevivir en condiciones laborales inadecuadas, muchos de ellos en el ‘rebusque’. De esa cantidad, 2.790.000 están sobre el asfalto ardiente de las 13 principales ciudades del país. De la pequeña y codiciada torta del empleo formal que se hornea en la economía colombiana no queda ni una migaja para ellos. ‘We are the champions’ A la luz de las estadísticas oficiales del mercado laboral, la situación en Cali es la más grave de todas. Si es cierto que aquí el cielo abrió una sucursal, hay razones de sobra para acusar a San Pedro de mal administrador. Mientras en las trece grandes ciudades que analiza el Dane el subempleo promedio llegó a 27,5% en el último trimestre (marzo-mayo), en la capital del Valle subió hasta 40,6%. Esa cifra equivale a decir que 500.000 caleños, unos 25.000 más que los que había en el trimestre febrero-abril, han debido inventarse cualquier cosa no formal —montar una tienda, manejar un taxi, ser vendedores ambulantes o hasta imitar a los demás en la calle—, para subsistir. El subempleo no es considerado técnicamente como un sinónimo de informalidad, pero los economistas reconocen que es uno de los fenómenos que lleva a problemas como la explosión de ventas informales que se da en las grandes ciudades. Los economistas han encontrado varias causas a este fenómeno. “Una de ellas es que esta ciudad tiene un buen número de negocios dedicados a los servicios, y este sector generalmente emplea por horas; al presentarse una desaceleración económica como la actual, lo lógico es que las empresas reduzcan los turnos y eso afecta el nivel de ocupación”, explica Julio Escobar, del Banco de la República en Cali. La otra razón, agrega, es que a raíz de la crisis “hay más personas buscando qué hacer y como no encuentran empleo formal, se dedican a actividades informales como las ventas callejeras”. A lo anterior, Carlos Humberto Ortiz, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Valle, le suma otro ‘detalle’: “El tejido industrial de Cali se está ‘deshilachando’ y por eso disminuye la oferta formal de buenos empleos. Las grandes empresas se están yendo de Cali y las entidades oficiales se están desmantelando; entonces lo que queda son pequeñas empresas que no ofrecen toda la cobertura social de un buen empleo, y en otros casos, la informalidad, traducida en más ventas ambulantes”. Maribel Caicedo, docente de la Universidad Javeriana de Cali, y John James Mora, jefe del Departamento de Economía de la Universidad Icesi, coinciden en que Cali tiene particularmente un tipo de subempleo mucho más preocupante: el que se da por ingresos inadecuados. “Eso está directamente relacionado con los empleos de mala calidad”, asegura Caicedo. Y Mora agrega: “Al haber mayor número de gente buscando empleo, como consecuencia de la crisis de la economía, se presionan los salarios a la baja y eso causa mayor insatisfacción laboral”. Al abanico de explicaciones se suma otra del presidente de la Asociación de Gestión Humana, Acrip, en el Valle, Juan Carlos Ramírez: Cali recibe muchas personas de otros lugares del país, especialmente del sur, que llegan buscando el empleo que no lograron conseguir en sus lugares de procedencia. Rodrigo Velasco, gerente regional de la Andi, ratifica ese espejismo: Mucha gente cree que en Cali va a solucionar sus necesidades, y la realidad es que no hay empleo formal para todos”. Y Rodrigo Salazar, director de Acopi en el Valle, completa el análisis: “Los altos impuestos y la rigidez de la formalidad del empleo fomentan el problema; la formalidad tiene costos muy altos”. Las explicaciones serían muchas más, si se siguiera indagando entre los ciudadanos que tienen la suerte de no ser subempleados. Las soluciones disponibles en la región, sin embargo, son pocas. Ello no sería grave si ‘subempleo’ fuera sólo un término técnico para hablar de estadísticas. Pero gente como Olga y Montaño, aunque jamás han pronunciado esa palabra, saben bien lo que significa: menos plata en el bolsillo, menos carne en la mesa, menos paseos en vacaciones; menos, mucho menos progreso. Debate Julio Escobar, del Banrepública, dice que otra de las causas para que el subempleo sea mayor en Cali que en otras ciudades del país es que la capital del Valle tiene más personas capacitadas que otras regiones del país. “Pero las universidades no les están enseñando a sus egresados a ser empresarios”. Ante ello, los docentes de las universidades Javeriana y del Valle aseguran que no hay tal sobrecalificación del personal. “La Universidad Javeriana le apuesta al emprendimiento como opción de empleo, está apoyándolos a través de materias de pregrado y con ‘la casa de los sueños’, programa de emprendimiento”, dice la docente Maribel Caicedo. John James Mora, del Icesi, reconoce que ha faltado coordinación entre lo que las empresas necesitan y la oferta académica.
tomado de:elpais.com.co
Por Zulma Cuervo y Ossiel Villada Fotos: Jorge Orozco / El País.
lunes, 3 de agosto de 2009
CALI, CIUDAD VERDE


"LA SUCURSAL DEL CIELO, ES UNA DE LAS CIUDADES DE COLOMBIA QUE MAS ARBOLES Y ZONAS VERDES TIENE EN SUS CALLES. LA PALMA ES LA ESPECIE MAS REPRESENTADA
De norte a sur y de oriente a occidente, Cali es una ciudad de color verde, sus variadas especies de arboles que sobresalen por todos los rincones, hacen que la capital vallecaucana este entre las primeras tres ciudades del país con mayor población arbórea
Al menos 80 especies de arboles, entre ellas 20 de frutas, se pueden divisar en la urbe.
Separadores viales, antejardines, andenes y hasta las orillas de los canos estan "tapizados" por esta mancha verde, pues de acuerdo con la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, en esta ciudad hay sembrados alrededor de 360.000 arboles.
Segun Oswaldo Quintero, ambientalista, afirma que las especies que mas abundan son las palmas, ceibas, samanes, caracolies, acacias, eucaliptos, cauchos, pizamos y gualandayes.
Avenidas como la Guadalupe, la carrera 42 con 3 en El Lido, y las zonas laterales de la Avenida Circunvalar, son donde mas se aprecia la belleza de la naturaleza arbórea.
en la avenida sexta se observan los guayacanes, en tiempos de verano, y en el barrio San Fernando, las ceibas.
la fruta también abunda, buena parte de la riqueza arbórea de Cali le pertenece a los sembrados frutales, en las calles, principalmente, en los barrios populares, terrenos abonados y separadores viales, se ven los palos de mango, mandarino, naranjo, guayaba y mamoncillo.
el palo de mango es el mas tradicional de esta ciudad.
en las universidades y colegios se cosechan estos arboles.
EN CIFRAS
860 parques, hay en la ciudad de Cali, según al CVC, la comuna 17 tiene la mayor cantidad de zonas verdes, y la comuna 9 la mas poca.
13 millones y medio de metros cuadrados de zonas verdes tiene Cali. el 30% de los arboles son frutales y el 70% de zona verde es maleza.
- las acacias, son tradicionales en los paraderos y separadores viales. son sembrados para dar sombra.
-las palmas africanas, son representativas en los climas cálidos como Cali, se pueden ver en el sector del Ingenio.
-El Carbonero, es muy habitual en los antejardines, alcanzan una altura de unos 3 metros, depende de la especie.
texto tomado de: quobo- diario de cali
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