El ambiente decembrino activa reflexiones personales, pero también políticas. ¿Qué pasó en Cali? La politóloga Ana Erazo pone la lupa sobre el primer año de gestión del alcalde Maurice Armitage; cómo es la “acentuación del modelo neoliberal en las ciudades”.
Por: Ana Erazo*.
2016 marcó el primer año de Maurice Armitage al frente de la Alcaldía; como procesos sociales y políticos nos dispusimos a observar atentamente la forma en cómo se gobernó la ciudad. Fue importante conocer la personalidad de su gobierno y, claro está, de su política consolidada en el Plan de Desarrollo Municipal.
La primera tarea estuvo ahí, en ver que había detrás de las lágrimas del empresario que, como dijo durante su campaña “no sabía de política, que no era un político”, sino que quería aportar con su empuje empresarial a la Cali que tanto le dio para consolidarlo como un hombre rico y filantrópico que ayudaba a los pobres de Siloé.
Lastimosamente, aquel que posó de diferente inscribiendo su candidatura a partir de firmas, aparentemente alejado de los politiqueros y tradicionales partidos políticos, no lo fue. Armitage rápidamente se sumó a más de lo mismo, entró a gobernar para la politiquería, ganó vendiendo su alma caritativa al uribismo y a los grandes empresarios de la construcción en Cali. Un primer diagnóstico: El primer año de Armitage, fue el quinto año de Rodrigo Guerrero.
El populismo de Armitage, expresado en sus lágrimas
El año empezó con lágrimas por doquier. A donde iba el alcalde y le preguntaban cómo iba a gobernar la ciudad, este rompía en llanto, porque él no sabía cómo ayudar a Cali a salir de la olla en que se encontraba y volverla una ciudad “pujante”. Eso sí, jamás contó en medio de su llanto, que simplemente recogería lo ya pactado por Guerrero con el sector empresarial. Planificar a Cali era lo de menos, ya había un plan, solo se necesitaba aplicarlo.
Fue así como en medios, foros y convenciones lo vimos siempre con lágrimas en los ojos. También lo veíamos acercándose a las comunidades que habían sido afectadas por el gobierno anterior, llegando al Jarillón, al Distrito de Aguablanca y a Siloé, sectores populares a los que iba agradeciendo por haber votado por él. Las promesas en campaña fueron que con él al mando, nunca habría desalojos forzados y que podían concertar con él. En el primer trimestre vimos un Alcalde “considerado” que dialogaba con las comunidades para solucionarles sus problemas, una muy buena táctica para desmovilizar las comunidades.
Entre el llanto y su acercamiento a dichas comunidades, enarboló un discurso de que no era necesario ser comunista, ni socialista, para creer que todos merecíamos la oportunidad de ser iguales, y que debíamos ser cada día más verracos. Embaucó a la gente con promesas de que Cali debía ser una ciudad que brindara empleo para que se “redistribuya la riqueza” y así todos podríamos triunfar, poniéndose él como ejemplo, pues supuestamente de joven fue un pobre que comía pandebono con aguapanela, hoy es uno de los empresarios de la metalurgia y el cemento para la construcción. Bajo estos aspectos, podemos hacer una segunda caracterización: Armitage como un populista. Escondido en ese perfil aplicaría fácilmente el modelo de despojo.
Su plan de gobierno: la acentuación del modelo neoliberal en Cali
Lo primero que debía hacer Armitage era lograr que el Concejo Municipal aprobara su Plan de Desarrollo Municipal. Este alcalde no había sido tan dadivoso con el intríngulis mermelado que se teje en la administración caleña. Los nombramientos y demás puestos políticos que se asignan de manera politiquera y clientelista entre Alcalde y Concejales, no habían sido tan concertados.
El Plan de Desarrollo Municipal, que después de aparentes debates y una vez llegados a “acuerdos”, se aprobó en el Concejo Municipal, no fue para nada novedoso. Su enfoque está en la renovación urbana, en la paulatina privatización de las Empresas Municipales de Cali – EMCALI, el cierre de empresas productivas para reforzar a las medianas y grandes empresas enfocadas al sector servicios, y más seguridad policial para la Cali como ciudad para la paz.
Esta hoja de ruta habla de la Cali renovada, emprendedora, pujante, sustentable y pacífica, completamente basada en el Plan Nacional de Desarrollo de Juan Manuel Santos y el Plan de Ordenamiento Territorial que ya había aprobado Rodrigo Guerrero: La Cali líder de la ciudad -región del sur occidente, cuenca del Pacífico colombiano, competitiva para el mercado de servicios y el sector financiero. Lo que hemos denominado ya, como la ciudad neoliberal.
La estrategia son las Unidades de Planificación Urbanas – UPU y los Territorios de Inclusión y Oportunidades TIO´s. La primera para la renovación urbana y la segunda para seguir poniendo paños de agua tibia en sectores sociales reprimidos, pero que como hemos evaluado, no han servido para brindar vida digna a los caleños y caleñas.
Tal como lo analizamos desde el Frente Amplio para la defensa de Cali, el Plan de Desarrollo Municipal lo podemos resumir en la acentuación del modelo neoliberal en la ciudad, preparándose para la paz de Santos, con poca inversión social y la consolidación de negocios entre la alcaldía y el sector de la construcción, atrayendo el turismo y al sector financiero.
La aplicación del modelo de desarrollo: las lágrimas ahora son de otros
Para el último trimestre del 2016, ya vimos con mayor certeza que había detrás de las lágrimas de Armitage. A mediados del año se realiza en Cali el IV Foro Urbano Nacional que tenía como tarea consolidar la agenda urbana colombiana, que prácticamente consolidaría las “ciudades para la paz”, enfocadas al Sistema Nacional de Juan Manuel Santos, en la integración territorial urbano – rural y el libre desarrollo del mercado, teniendo como eje principal la vivienda desde el sector inmobiliario y la pacificación de los ciudadanos y ciudadanas.
Lo más tenebroso para quienes luchamos por la defensa de la vivienda y el territorio, fue presenciar la firma de la Alianza para la Renovación Urbana de Cali, compuesta por 35 empresas de los sectores financieros, de la construcción e inmobiliario, así como EMCALI, la EMRU y por supuesto la Alcaldía de Santiago de Cali. Dicha alianza público-privada tiene como objetivo la renovación de la ciudad en 6 planes macro y parciales. Entre ellos, se presenta como grandes proyectos de renovación urbana del Jarillón, la Ciudad Paraíso, El Piloto, El Hoyo y la Avenida Sexta.
Ya el Plan de Desarrollo Municipal anunciaba el Proyecto Plan Jarillón, que tiene como objetivo la reubicación de 8777 familias ubicadas en el cinturón del Rio Cauca y Rio Cali, argumentando “riesgo no mitigable” por la supuesta ruptura del dique, a lo cual hemos podido demostrar que es un falso argumento, y que lo que se esconde detrás de ello es un proyecto de renovación para la construcción de un puerto de aguas dulces. Sin embargo, con la firma de esta “Alianza Estratégica” veíamos venir la consolidación del pacto macabro entre el gobierno de Armitage y los empresarios de la ciudad. Y con ello, el desalojo forzado de quienes habitan el Jarillón.
El 18 de octubre de 2016 Armitage deja de ser el alcalde llorón para demostrar lo que es, un hombre decidido a cumplir con lo que Guerrero no pudo hacer gracias a la resistencia de las comunidades y al poco tiempo que le quedaba en el gobierno. La grosería, el machismo, el despotismo y el autoritarismo llegaban mientras se escondía el supuesto corazón filantrópico de Armitage. El alcalde mostró su verdadero rostro al desalojar a más de 60 familias del Sector Venecia y Las Vegas, y lo peor aún, sin tener un plan de reubicación. Las lágrimas ahora son de las mujeres, hombres, niñas y niños para quienes su 2016, no terminó tan bien, pues hoy no tienen un techo, ni donde celebrar las actividades decembrinas. El balance de su año, no será para nada positivo.
¿Y de las otras promesas qué? El balance del empleo y la seguridad
Otros elementos a evaluar de la gestión de Armitage tienen que ver con sus promesas de empleo y de reducción de tasas de inseguridad en la ciudad. Según datos del Diario El País a seis meses de la gestión del alcalde “Entre enero y junio de este año se presentaron en Cali 687 homicidios, tres casos menos que los registrados en el mismo periodo del 2015 (690).”
Así mismo, las cifras de Cali Como Vamos expresa que “En lo relativo a hurtos (entre enero y mayo), las cifras muestran aumentos en hurtos a personas (3705 casos, 27 más que el año pasado); de celulares (1793 denuncias, 397 más que el año pasado y de motos (1266 casos, 234 más que el año pasado).”
Como podemos analizar, las cifras o se sostienen o aumentan. Claro, Armitage sostiene el mismo plan de seguridad de Guerrero, que llegó a consolidar a Cali como la primera ciudad más peligrosa de Colombia y la tercera más peligrosa de América Latina. Y en su Plan de Desarrollo Municipal, en el eje de “Cali Pacífica en Convivencia y Seguridad”, su enfoque es simplemente de mayor dotación a la policía. Es decir, más armas y más uniformes, pero menos resultados para la inseguridad.
Por otro lado, el tema del empleo tampoco es alentador. Según datos del DANE, para el mes de abril la ciudad de Cali se ubicaba en una cifra de desocupación del 12,3%, la más alta en la historia de la ciudad (Diario El país, abril de 2016). Para el último trimestre, la tasa de desempleo tan solo se redujo en 0,2%, con respecto del año pasado (2015). A estos datos, sumémosle el despido masivo de más de 500 personas del Hospital Universitario del valle, así como otros despidos masivos de la compañía Gerdau – Diaco, llegando así a una cifra de 1250 personas, despedidas en Cali entre octubre y noviembre (Pazifico Noticias, noviembre de 2016). Como vemos, la política del eje “Cali Emprendedora y Pujante”, también ha sido un fracaso.
Nuestra proyección 2017
Está claro que el 2016 nos mostró la forma como Armitage seguirá gobernando en sus próximos tres años. Se fueron las lágrimas de cocodrilo y llegó el llanto de miles de familias expulsadas por la fuerza de sus barrios y territorios.
No hay panorama esperanzador, el movimiento social caleño tiene unos retos bastante grandes. Remontar positivamente las crisis en los sectores públicos como el Hospital Universitario y las Empresas Municipales, sumado a la continuidad de la crisis de vivienda con más desalojos programados, tanto en el Jarillón, como en el centro de la ciudad.
Pero las evaluaciones y balances sirven para reacomodar las cargas y reanudar. Es por ello que seguimos insistiendo en la necesidad de retomar nuestra resistencia. El llamado es a reimpulsar el Frente Amplio por la defensa de Cali, que nuevos sectores, procesos, organizaciones sociales y políticas, se sumen a la disputa por el derecho a la ciudad y así ubiquemos la táctica para hacerle frente a Armitage. Hoy Bogotá nos da un ejemplo con su objetivo de revocatoria a Peñalosa (otro muy similar a Armitage). ¿Por qué no pensar en ese camino? La movilización de nuevo será nuestra ruta para el 2017.
* Ana Erazo es politóloga y magister en estudios urbanos; integra la Unidad de Trabajo Legislativo del senador del Polo Democrático Alternativo (PDA) Alberto Castilla.
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